Evangelios

Los Evangelios
Fragmentos de los papiros encontrados en Qumrán

En el Nuevo Testamento hay evangelios… Estos textos ocupan un lugar preeminente con relación a los demás escritos: dan testimonio de Jesucristo, cuya vida y mensaje han fundamentado el cristianismo, y al que los cristianos consideran como el Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad. Que hay evangelios es evidente. Sin embargo, estos textos no tiene equivalente en ninguna otra tradición literaria. Asimismo, antes de sumergirnos en Marcos, Mateo, Lucas y Juan.

¿Qué es un evangelio?

Los cristianos y la Iglesia impusieron desde hace mucho tiempo el hombre de “evangelio” a todo el Occidente, de tal manera que entró en nuestra cultura.

Origen de la palabra “Evangelio”

1.        Antes del Nuevo Testamento. La palabra “evangelio” procede del griego “euangelion”, que significa “anuncio de buena nueva”. Es la traducción del Hebreo besorá, que se empleaba sobre todo para el anuncio de victoria. Así, por ejemplo, después de la muerte del rey Absalón, Ajimás, hijo de Sadoc, quiere llevar la buena nueva de la derrota de su enemigo: “Déjame ir corriendo a dar al rey la buena noticia de que el Señor le ha hecho justicia, liberándolo de sus enemigos” (2 Sam 18,19). El término no adquirido verdaderamente un sentido teológico más que en la segunda parte del libro de Isaías (el segundo Isaías), redactado después del Exilio; el anuncio de la llegada del Mesías es calificado de “buena nueva”, de “evangelio”: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva y proclama la salvación, que dice a Sión: “Ya reina tu Dios” (Is 52,7).
2.       Con Jesús. Jesús declara cumplida la profecía de Isaías. Anuncia la buena nueva por excelencia: la llegada del Reino de Dios sobre la tierra; dicho de otra manera, el hecho de que Dios interviene de nuevo directamente en el mundo. Éste es un primer sentido.
 Pero un segundo sentido nace inmediatamente si pensamos que Jesús es el Mesías: él mismo es el objeto de la buena nueva o, si se quiere, él es la buena nueva.
3.       Para Pablo. Pablo, como teólogo, ha codificado la noción. Distingue entre la promesa y su realización: para él, es la realización de la promesa la que constituye propiamente el evangelio. Por tanto, el evangelio abarca la acción de Dios, llevada a cabo por Cristo, en nuestro favor. Así, Pablo habla del “Evangelio de Cristo”.
4.       Posteriormente. El término “evangelio” no se dio más que tardíamente a los libros que nosotros conocemos. Para hablar de los Evangelios, los primeros Padres de la Iglesia decían “las cosas dichas y hechas por el Señor”, “las palabras del Señor” o bien “las memorias de los apóstoles”. Sólo será hacia el 150 cuando Justino llame a los textos “evangelios”
 Después de lo mencionado hasta ahora, el evangelio, antes de ser un libro, es ante todo una realidad teológica. Es preciso retener constantemente esto en la mente en la definición que se requiere dar de él.
LO QUE ES EL EVANGELIO

 a)      Un relato al que se le ha dado una forma. “Memorias de los apóstoles”. Para redactar una memoria ordinariamente se adopta  una forma para el relato y se ordena los recuerdos. Por eso hay la tendencia de reagrupar los acontecimientos que se parecen independientemente del tiempo cronológico, e interpretarlos de forma retrospectiva.

b)      Dar cuenta de una experiencia.  Segundo elemento contenido en esta idea de “memoria”: se trata de reunir los recuerdo relativos a la vida común con un individuo que ha hecho vivir a sus discípulos una experiencia a la vez humana y mística. Si es difícil hacer la descripción de un acontecimiento concreto (¿Qué elemento pondremos antes?, ¿qué interpretación daremos de él?, habla de alguien a quien se ama lo es mucho más. La vida no se deja captar en un única palabra. Conviene multiplicar los puntos de vista y rechazar las coherencias abstractas; llevar a cabo acercamiento, dejar ver, pero también dar a entender, sentir, experimentar, establecer relaciones; huir de todo lo que petrifica y aprisiona.
c)       Un escrito que responde a las necesidades de la comunidad. Los evangelios no son únicamente memorias: representan igualmente, como hemos visto, la expresión de una comunidad. Ésta debe encontrar en él respuestas a sus necesidades:

·         La catequesis: el evangelio responde a las preguntas que plantean los catecúmenos que deben convertirse en cristianos: ¿cómo orar? (Mt 6,9-10), ¿cómo ayunar? (Mt 6,16-18); ¿se puede repudiar a la mujer? (Mc 10,1-12); ¿hay que pagar impuestos al César? (Mc 12, 13-17); ¿llegará pronto el fin del mundo? (Mc 13); ¿cuántos se salvarán? (Lc 13,23-30); ¿qué actitud se debe tener frente a la riqueza? (Lc 12,13-34).
·         La organización de las comunidades: las primeras comunidades se organizan y tropiezan con dificultades, ¿Hay que aceptar a los que se declaran profetas? En cualquier caso, hay que desconfiar de los falsos profetas (Mt 7,15-16). ¿Hay que admitir nuevos grados en la jerarquía? En cualquier caso, que nadie se haga llamar “padre” (Mt 23,9). ¿Qué espacio dejar a los niños? Jesús habló de integrarlos en la comunidad (Lc 18, 16-17).
·         La liturgia:  los evangelios conservan numerosos elementos litúrgicos, y en primer lugar los relatos de la institución de la eucaristía.

·         Las relaciones con el judaísmo: los evangelios, como hemos visto, se resisten de la historia del primer cristianismo y tratan de definir el lugar de las Iglesias con relación al judaísmo.
d)      Teología puesta en forma de relato. Finalmente, no hay que olvidar que los evangelios giran en torno a la Buena Nueva, que es a la vez un mensaje enunciado por Jesús, pero también su propia persona. De repente, todas las acciones de Jesús pueden ser interpretadas como fragmentos de revelación de la buena nueva. Todas las acciones descritas en el evangelio pueden recibir una segunda interpretación, teológica: la Natividad ilumina la doble naturaleza (humana y divina) de Jesús, los milagros permiten revelar quién es Jesús y lo que significa el Reino de Dios, la pasión desvela el plan divino de salvación de los hombres, etc.